
El choque en Zorrilla se convirtió en una encrucijada para los blanquivioletas: o reaccionar o hundirse aún más. La respuesta fue la segunda, con un nuevo tropiezo que eleva a seis las derrotas y deja el futuro del banquillo bajo interrogantes.
La jornada comenzó con nostalgia y terminó con frustración. El estadio recibió a Alen Peternac con un homenaje, pero pronto la tensión se adueñó del ambiente. El enfado de la grada se mezcló con reproches al juego local y con protestas hacia González Fuertes, árbitro señalado durante gran parte del encuentro.
La primera mitad apenas dejó emociones. El Valladolid buscó aire sin convicción y el Rayo, tras un arranque algo más incisivo, se replegó con orden. El empate a cero al descanso reflejó la falta de ambición de ambos conjuntos, más preocupados por no fallar que por ir al frente.
Tras la reanudación llegaron las emociones. Raúl Moro sirvió un pase medido para que Amallah hiciera el 1-0. La esperanza local duró poco: seis minutos después, Jorge De Frutos superó a Hein en un mano a mano y puso el empate.
El partido se abrió, pero fue el Rayo quien golpeó con más contundencia. De Frutos aprovechó un rechace en el área para sentenciar la remontada. Zorrilla se quedó en silencio, mientras los aficionados rayistas celebraban un triunfo que lanza a los madrileños y deja al Valladolid en estado crítico.
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